Relajarse en la ciudad
Venecia

Relajarse en la ciudad

El mejor medio para conocer Venecia es andando y, además de visitar los museos y los sitios más famosos, es maravilloso perderse en el laberinto de sus calles para visitar sugestivos rincones escondidos.

Durante el período de verano, las temperaturas y la alta humedad ponen a prueba la resistencia de los visitantes, especialmente de los poco entrenados para caminar y más acostumbrados a estar cómodamente sentados en sus vehículos o en los medios de transporte de sus ciudades.

Y estos turistas, tras haber paseado a lo largo y ancho de las calles estrechas y cruzado las plazas del tortuoso dédalo de la ciudad, a menudo regresan al punto de partida cansados y fatigados.

Hace poco un incauto entre estas personas ha tratado de refrescarse con un baño en los canales o en las aguas de la laguna enfrente de la ciudad, lo que, además de estar expresamente prohibido, es también peligroso porque se corre el riesgo de ser atropellado por un barco de motor que no espera encontrar un bañista desprevenido en su ruta.

Así pues, aquí va una pequeña sugerencia, de la que yo mismo aprovecho puesto que me encuentro a menudo en estos sitios.

Un itinerario que, al final, conduce a un lugar de descanso donde se puede encontrar un poco de frescor del calor de verano.

Después de la infaltable visita a la Plaza de San Marcos y sus monumentos, mejor aún si se va por la mañana pronto cuando el calor todavía es soportable y la multitud de los visitantes aún no ha llegado al cúlmine, es posible alejarse y llegar hasta el barrio de Castello.

Paseando por sus calles, evitando recorrer la orilla soleada que bordea la laguna, se pasa al lado de la iglesia ortodoxa de S. Giorgio dei Greci (San Jorge de los Griegos), a la Escuela di S. Giorgio degli Schiavoni donde merece la pena una parada para admirar el ciclo de pinturas de Carpaccio.

Se sigue por la maraña de calles dirigiéndose hacia el campo del Arsenal, símbolo de la potencia marítima de la Serenísima, siguiendo luego hacia la calle Garibaldi se llega a la parte oriental de la ciudad, donde es posible sumergirse en la tranquilidad de los parques de la ciudad que surgen ahí.

Los Jardines y el pinar de Santa Elena son sitios a los que los habitantes llevan a los niños a jugar, mientras las madres o los abuelos vigilan a los pequeños charlando amigablemente, sentados en los bancos a la sombra de los grandes árboles que proporcionan un agradable refugio de la calura del sol.

Y mientras las nuevas madres empujan los cochecitos a la sombra de los grandes árboles, intercambiando noticias sobre el destete de los bebés, otros llevan a pasear a sus amigos de cuatro patas y las personas mayores sentadas en los bancos o caminando lentamente disfrutan del frescor o se encuentran con sus amigos para charlar o tomar una copa.

Aquí, después de un largo paseo, además de la frescura de la sombra, es posible encontrar algunos bares y tabernas donde se puede disfrutar de una comida, un aperitivo, un rápido tentempié o una bebida fresca para aliviar el calor abrasador del día mientras se programan otras metas e itinerarios para los días siguientes o para seguir descubriendo la ciudad en los barcos de vapor que pasan por aquí para la ciudad o la isla de Murano.

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